Estar En Guerra

La noche en que todo parecería que nada se movería y que resultaría ser una noche de sábado mas, todo sucedió, la declaración de un amigo a mi hermana casi frente a su exnovio y luego esa llamada a mi celular, un numero desconocido, pero una voz bastante familiar, viejos fantasmas regresarían a torturarme, fantasmas que imagine lejanos ya, en otro continente para ser exactos, una invitación a un lugar desconocido, con gente igualmente desconocida, pero con la misma mística que me llevo al borde de la locura hace cuatro años.

Allí estaba ella, esperándome a cinco minutos de mi casa en compañía de su hermano, ella mas delgada desde la ultima vez que la vi, esto hace ya un par de años, la misma arrogancia, el mismo tatuaje, y una perforación mas, quería abrazarla pero me contuve, un beso suave a su mejilla, el roce de nuestras manos, nuestras miradas no se volvieron a cruzar hasta un par de horas después, era como si los dos tuviéramos mucho que ocultar, pero sabemos que una mirada fija a los ojos del otro delataría mas que cualquier cantidad de palabras, nos mirábamos solo a escondidas del otro como si no supiéramos bien que era perceptible, cruzamos unas palabras, a eso de las ocho de la mañana me comento: “tengo sueño, ¿tu no?, ven te hago un lugarcito” entonces me recosté a su lado y sentí como su mano se posaba en mi pecho como en los viejos tiempos, cuando la creí dormida tome su mano y la bese, no, ella no dormía y una sonrisa se dibujo en su rostro, se que solo así podría atreverme a hacerlo, cuando me desperté ella seguía dormida, no hice ruido y me fui, solo le deje una nota, “Espero verte otra vez”